Al cocodrilo le duelen las muelas,
el cocodrilo ha llamado al doctor:
—No, que me comes, que eres mala fiera.
El cocodrilo brama de dolor.
Al cocodrilo le duelen los dientes
y hoy en el río habrá tranquilidad,
porque parece que probablemente
el cocodrilo no querrá cazar.
Pero es muy sabia la naturaleza
y a cada cosa da su solución:
siempre hay un roto para un descosido
y hay siempre un verso para una canción.
Y un pajarillo de pico afilado
que del ofidio no tiene temor,
hurga en sus dientes, toma su bocado
y se los deja que son un primor.
El cocodrilo ya tiene la boca
lista y dispuesta para masticar.
¡Animalitos!, ¡A esconderse tocan!,
que el cocodrilo ya vuelve a cazar.
Y como dice el dicho archisabido:
“¡Qué poco dura la tranquilidad!”
Y por si acaso, yo aquí me despido:
adiós a todos, parabá papá.
Que el cocodrilo se arregló la boca.
que el cocodrilo ya vuelve a cazar.
—¡Animalitos, a esconderse tocan!
Adiós a todos, parabá papá, parabá papá.